Hace no mucho tiempo, asistí en el Hogar Extremeño de Madrid, a una conferencia sobre las misiones culturales de la II República española, impartida por la hija de una compañera de dicha institución cultural, miembro del Museo del Prado de Madrid.
La conferencia, excelentemente documentada en material gráfico, nos enseñó el aspecto completamente miserable y medieval, de las gentes de los pueblos castellanos, extremeños, y andaluces, en aquellos años republicanos, de entre 1931 y 1936.
Yo nunca he sido muy simpatizante de la II República, pero debo reconocer el esfuerzo que se hizo durante aquellos años, para acercar a los pueblos de España más olvidados, algo del patrimonio cultural de una España que nos pertenece a todos, pero que, tantas veces, deja de dar esa impresión, porque parece que este país, por una excusa o por otra, sigue perteneciendo a una élite de agraciados.
Sin duda, la influencia de una Generación de grandes intelectuales, fraguados alrededor del fracaso militar producido en el año 1898, mediante el cual, los Estadounidenses nos arrebataron las últimas colonias allende los mares, tanto en la Asia filipina, como en la América cubana y puertoriqueña, fue uno de los más importantes sensibilizantes de los políticos republicanos, que cedieron obras de arte y artistas, a miles de ciudadanos españoles analfabetos, que nunca hubieran sospechado nada de lo que les fue enseñado, ni tampoco en múltiples de sus antepasados, que murieron sin conocer a genios como El Greco, Velázquez, o Goya; y sin conocer ni uno solo de los relatos del Quijote de Cervantes, o de las representaciones dramáticas de un Lope de Vega, Calderón de la Barca, o Tirso de Molina.
Muchos hay que no entendieron ni entenderán, a una Generación de escritores, poetas, y filósofos, tan sumamente críticos con su propio país, pero vean ustedes señores la radiografía de lo que era España a principios del siglo XX, fuera de las grandes urbes, como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, y poco más, y, si tienen algo de conciencia y de pundonor, deberían reconocer que España se merecía aquella reprimenda, porque era una España que sobrepasaba lo decadente, hacia una de las naciones más hundidas en la pobreza y el atraso, de Europa.
Todavía los hay que creen que el posterior régimen a la II República, la dictadura franquista, logró sacar a España de su ostracismo, en cuanto a la marginación socio-cultural de una inmensa parte de su ciudadanía, pero permítanme que lo dude, señores, porque la situación actual de corrupción política tan agresiva que vivimos, con España desmarcándose de la democracia y del Estado de Derecho, y sumándose a un incierto totalitarismo, continúa hablando de que en España, no acabamos de superar tantas lacras como nos ha dejado una decadencia de siglos.
Creo que España necesita, de nuevo, a una Generación de críticos con la propia España. Gente que sepa ver más allá de sus narices y de su ombligo, y nos muestre a todos que estamos equivocándonos. Que nos quiten la ceguera de seguir pensando, que España es un gran país que avanza, porque un país donde prosperan los políticos y sus afines, no es un país próspero, sino un país de caciques, donde impera la corrupción, por tanto, un país maltratado y engañado por su élite política.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 22 de julio 2024.
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