Por Francisco José Audije Pacheco

Hoy desperté sobresaltado
Por el graznido de los cuervos,
Aves de augurios de muerte
Que me siguen últimamente.

Al abrir la llave del grifo
Prorrumpió un líquido turbio,
Cual defecación de enfermo.

He salido fuera sin ganas,
Donde encuentro hombres calvos,
Parecidos al del anuncio
Que dio suerte en la lotería.

Me cruzo con bellas mujeres
De pechos muy desarrollados
Y de blancos muslos muy tiernos,
Que me llaman con la mirada.
Consigo seguir adelante…

Veo parejas de la mano,
Veo madres recién paridas,
Oigo algunos comentarios
Sobre mis hábitos y sueños,
Solo aludido me siento.

Bajo la vista angustiado,
Mi corazón pega un salto:
Hay un cuervo en la acera
Y reparo en su silueta:
Es más grande de lo que creía;
Patas largas y pico fuerte,
Nunca pude verlo tan cerca;
La última vez que vi uno
Mi día fue una pesadilla.

Vuelvo a casa asustado,
Tropiezo en las escaleras;
Cuando voy abriendo la puerta
El teléfono suena pronto:
Alguien quiere hablar contigo;
Sin cerrar la puerta acudo,
Cuelgan, sin esperanza quedo.