Festival Internacional de Teatro Escena Mazatlán, del 23 al 29 de septiembre

En Los danzantes del alba, de la compañía Teatro Línea de Sombras, el público está dentro del escenario: al frente y a los costados derecho e izquierdo; dos pantallas gigantes colocadas en ambos lados proyectan imágenes del carnaval de Tenosique, Tabasco, en la frontera con Chiapas y Guatemala.

Como otros carnavales, en el de Tenosique hay danzas, máscaras y vestuarios; pero de estos últimos, aquí hay unos muy peculiares: están confeccionados con cientos de retazos de múltiples colores.

Mientras en las pantallas se muestran estos documentales, en el escenario más de una docena de actores y actrices recrean aquellas danzas, ataviados con aquellos trajes multicolores.

El público disfruta la danza, el teatro, el cine, la música, los vestuarios multicolores y una voz en off que explica el contexto de esta tradición carnavalesca; así, la puesta en escena que Teatro Línea de Sombras propone se acerca a la instalación y al performance, con las aportaciones del teatro y la danza y la palabra en voz alta que informa.

Lo documental y lo cinematográfico podría llevar a los espectadores a entender que detrás de aquellas fiestas existe un arduo trabajo de muchas mujeres costureras (hombres también), algunas nativas, otras cooperativistas y también mujeres migrantes centroamericanas con historias de lucha y sueños que llevan consigo.

Las experiencias laborales, la costura y la creatividad permiten la elaboración de trajes y vestuarios originales de acuerdo con la tradición en Tenosique.

Al final de la obra, los actores invitan al público a entrar al escenario, del que penden hilos o cables, donde los trajes o vestuarios serán colgados y exhibidos para que los espectadores (el público) los puedan tocar y apreciar de muy cerca.

Actores y público se mezclan, están juntos, todos son libres de tocar, tomar fotografías y videos, saludar e incluso preguntar.

Los espectadores se deleitan, se toman su tiempo y, poco a poco, regresan a su lugares sin que nadie se los ordene.

El escenario se vacía y, entonces, entre el público empieza a privar el desconcierto; una señora me dice que deberían decirnos si esto ya terminó; otros aplauden agradecidos y pareciera que muchos esperan que continúe la función.

Ya fuera del teatro escucho comentarios, uno desaprueba lo que acabamos de ver, se ve decepcionado; una amiga me dice “no entendí”.

Lo cierto, creo yo, que lo que presenciamos rompe con lo tradicional del teatro y se convierte en una invitación o provocación para que conozcamos lo que hay más allá de nuestro confort: las tradiciones y problemáticas de pueblos y personas aparentemente “lejanos” a nosotros, habitantes de esta Perla del Pacífico, de este puerto muy cercano al Trópico de Cáncer.

Hemos descubierto que las tradiciones son tan antiguas como modernas, y que perviven en las nuevas realidades, con migrantes, obreros, comunistas y costureras.

Los danzantes del alba se presentaron en el teatro Ángela Peralta, de Mazatlán Sinaloa, el lunes 23 de septiembre a las 20:00, en el marco del Festival Internacional de Teatro Escena Mazatlán, organizado por el Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, del gobierno municipal de ese puerto.