Acabo de venir del cine, de ver «Dunkerke», película de la que me habían hablado muy bien, aunque nunca hubiera sospechado de que se trata de una auténtica obra maestra del cine bélico. Una superproducción británica, en la que no me ha parecido que los británicos se echen flores, más bien creo que se hace bastante honor a la realidad, la cual, en ocasiones, como esta, no es necesario maquillar, solo hay que rescatarla con toda la belleza y heroicidad con que ocurrió.

Dunkerke, más que una batalla de la Segunda Guerra Mundial, fue un hecho, un lance destacado de aquella cruenta guerra. El Ejército alemán, en su rápido avance sobre Francia, dejó sorprendidas a las fuerzas francesas e inglesas, que fueron acorraladas en las playas de aquella población francesa del Canal de la Mancha. No menos sorprendente fue la decisión de Hitler, de no atacar a dicho contingente militar con su potente fuerza blindada, a cuya merced había quedado, lo cual posibilitó que los británicos pudieran rescatar a gran parte de su Ejército.

La película se centra en este rescate de Dunkerke, de más de 300.000 soldados. Como se puede ver, las dificultades fueron inmensas, a pesar de que las costas de Inglaterra se podían ver desde la orilla francesa. Los alemanes no atacaron con sus tanques, pero hostigaron continuamente a los barcos y a los soldados, a través de la aviación y del arma submarina.

Murieron muchos jóvenes, y muchos otros vieron pasar a la muerte muy cerca. No obstante, y es de agradecer, el relato cinematográfico no se vale de imágenes desagradables y sangrientas, aunque sí transmite con maestría, la angustia y las dificultades de la guerra, y de aquellos hechos concretos.

No hay que olvidar, que el balance del rescate de Dunkerke, fue positivo para los británicos, que, durante aquellas fechas, todavía caminaban solos en la guerra. Francia estaba siendo derrotada, y los Estados Unidos no acababan de decidirse a entrar en la misma, estaban negociándolo. Precisamente, el metraje lo que intenta es justificar el éxito del rescate de Dunkerke, y es aquí donde empieza lo poético de este drama con final feliz.

«Dunkerke», es un canto de alabanza a la solidaridad, patriotismo y responsabilidad del pueblo británico, que, sin dudarlo, tuvo lugar de esa manera, porque, de otra forma, hubiera sido imposible ganar esa batalla y ganar esa guerra. Se demuestra, rescatándolo de la memoria olvidada en los archivos históricos, que los héroes no son leyendas mitológicas ni cuentos de hadas, son personas de carne y hueso que deciden dar la vida por sus compatriotas, sacrificando su comodidad y sus intereses egoístas. En realidad no se nos exige nada desorbitado, solo que luchemos por lo que es nuestro, por la patria. Cuando esto sucede, y la justicia está de nuestra parte, surgen de manera espontánea la poesía y la belleza del ser humano y de sus metas nobles en la vida.

La película termina con el bello discurso de Churchill, cuando fue a dar parte ante los Lores, de lo acaecido en Dunkerke:

«…Por más grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos hayan caído o puedan caer en poder de la Gestapo y de todo el espantoso aparato del régimen nazi, no vamos a flaquear ni a fracasar sino que seguiremos hasta el final. Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y los océanos, combatiremos cada vez con mayor confianza y fuerza en el aire; defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas; no nos rendiremos jamás; y por más que esta isla o buena parte de ella quede dominada y hambrienta, algo que de momento no creo que ocurra, nuestro imperio de ultramar, armado y protegido por la Flota británica, continuará la lucha hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, dé un paso al frente para rescatar y liberar al Viejo».

FRAN AUDIJE

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Madrid,España,16 de octubre del 2024
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