JOAQUÍN SOROLLA

Mi primer recuerdo de Valencia, ocurrió durante la lectura de «El árbol de la Ciencia», novela escrita por aquel mítico de la Generación española de 1898, como fue D. Pío Baroja, cuando, en uno de los capítulos, describe a Valencia y a sus gentes, como un lugar soleado y alegre.

Es curioso que fuera un vasco, quien le diera las primeras noticias sobre Valencia, a este extremeño despistado y de gran corazón, como era y soy yo. Pero he de confesar que, la segunda noticia sobre Valencia, me vino dada desde las pinturas de Joaquín Sorolla, un valenciano de pro, y de los pocos pintores, que yo conozca, que se enriquecieron con su arte pictórico, hasta el punto de poder vivir en un palacete céntrico, en el barrio de Chamberí madrileño, el cual, en nuestros días, ha sido habilitado como Casa-Museo, de Joaquín Sorolla.

En un principio, me llamaron la atención dos rasgos muy característicos en los cuadros de Sorolla: el habilidoso uso de la luz, y el costumbrismo que tan sabiamente retrata, el egregio pintor valenciano.

Sorolla es el maestro de la luz, uno de los elementos más destacados en el ambiente atmosférico del Levante español, que yo pude comprender cuando visité personalmente Valencia. En los atardeceres veraniegos de Gandía, me di cuenta de la luminosidad tan especial, con la que nos obsequia Valencia, y que Sorolla, sin duda consciente de esa belleza, es un verdadero experto en reflejar.

Si la «Monalisa», de Leonardo Da Vinci, tiene una sonrisa genialmente conseguida, los cuadros de Sorolla tienen la luz del Levante español, como nadie la pintó hasta que llego él.

Por otro lado, una de las temáticas más recurrentes de Joaquín Sorolla, es el de personajes populares en su trabajo cotidiano, y el de valencianos ejerciendo tareas de diario, o participando en las fiestas.

Sorolla pinta a los hombres y mujeres de su época, hasta el límite de la mitificación, pues son tan poéticos e idílicos estos personajes del pueblo valenciano, que tienes la seguridad, al contemplarlos, de que no volverán a la vida real nunca más.

También nos ofrece el pintor Sorolla, escenas de su intimidad familiar, en una familia bien avenida y feliz, donde cunde la belleza en la mujer y las hijas del pintor, sin olvidar los gigantescos cuadros que la Spanish Society de Nueva York, le encargó para embellecer su sede. Cuadros en los que retrata las distintas regiones de España, incluida Extremadura, volviendo a reflejar el costumbrismo popular, tan variado culturalmente.

FRAN AUDIJE

Madrid,España 2 de noviembre del 2024
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