XENOFOBIA Y HOMOFOBIA

Las fobias u odios hacia otras personas, por el simple hecho de ser de una manera determinada, por ejemplo, de pertenecer a la raza negra, o de estar encuadrados en un rango social o familiar, o de reconocerse como homosexuales, o profesar un credo religioso, o provenir de esta o de la otra nación o región, o por emitir juicios u opiniones, constituyen un fracaso estrepitoso de la civilización, y del progreso humano, sobre todo en los tiempos actuales, cuando todavía está fresco el recuerdo de guerras motivadas, precisamente, por las fobias anteriormente enumeradas, como la Segunda Guerra Mundial, y la Guerra Civil española (1936-1939).

El odio hacia otra persona, siempre es un crimen pasional, y una falta ético-moral, en ambos casos, de considerable envergadura, puesto que, el que odia, se coloca en contra de un ser humano, no con una oposición pacífica o racional, sino de manera beligerantemente agresiva, por tanto, se hace daño a sí mismo, en una primera instancia, porque el que odia, padece de odio. Y, en una segunda instancia, podría manifestar ese apasionamiento destructivo, en forma de daño hacia el objeto de su fobia, materializando, de tal manera, los sentimientos tan irracionalmente ofensivos, que se guardaban en lo más visceral de la miseria del hombre.

Normalmente, sentimos antipatía hacia todo aquello que identificamos como malo hacia nosotros, o hacia el mundo que nos rodea. Sin embargo, el odio va mucho más allá de un juicio negativo, susceptible de ser acotado racionalmente. El odio, como hemos anticipado, se hunde mucho más en su negatividad, poseyendo marcados registros viscerales y demoníacos, hasta el punto de que espanta a la razón y a toda capacidad de cordura, pasando a ser definido por la ofensa destructiva y dañina, que perpetra en la humanidad propia, y, lo que es peor, en la ajena.

Mucho podrían hablarnos los médicos-psiquiatras, sobre comportamientos fóbicos, que traspasan el límite de la malignidad, y se convierten en patologías, siendo en este instante patológico de odio que vive una persona, cuando se acentúa la peligrosidad destructiva hacia otro u otros seres humanos, puesto que estaríamos ante una lejanía de toda razón o mesura, que nos sitúa ante lo más desatado, sistemático, y cruel, del daño capaz de causar cualquier fobia humana.

Existe un tipo de fobia, que, aunque intrínsecamente irracional, posee la característica de operar con inteligencia y raciocinio, a la hora de manifestarse. Estaríamos ante una fobia que emprende la caza de su objeto, y que, a menudo, se organiza y se asocia para poder ejecutar su odio apasionado, pero en una perfecta planificación persecutoria, y en una cruelísima y retorcida ejecución de su daño, siempre sangrante, y siempre regodeándose en el sufrimiento que causa. Hablamos, exactamente, en este caso, de la fobia estructurada políticamente, en crimen de Estado, terrorismo, o crímenes de guerra.

FRAN AUDIJE
Madrid, España, 30 de noviembre del 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
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