LA DIGNIDAD HUMANA

No admite rebajas en los derechos humanos, aquellos derechos más básicos, fundamentales, y comunes a todas las personas, con independencia de cualquier otra característica que nos pueda distinguir de los demás.

Por tanto, los derechos humanos deberían ser irrenunciables, puesto que son los que nos definen como personas y seres humanos. Nadie tiene derecho a violar la dignidad de nadie, nunca, bajo ninguna excusa o concepto, puesto que, si eso sucediese, estaríamos ante un hecho abusivo, criminal, y lesivo hacia la humanidad de cualquier persona, por muy detestable que nos pudiera parecer subjetivamente.

Las víctimas de violaciones de los derechos humanos, suelen ser personas con una manifiesta vulnerabilidad, lo cual imprime un carácter de cobardía a aquellos agresores hacia la dignidad humana, puesto que suelen elegir sus objetivos en función de la indefensión que encuentran entre los mismos. La infancia, las mujeres, las personas que viven con cierta precariedad socio-económica, son las víctimas favoritas de estos cobardes agresores, los cuales, por otro lado, suelen estar revestidos de poder, y de un poder, a menudo, de tipo político, o de carácter mafioso y criminal.

Existen casos, incluso, en los que la política y el crimen organizado, forman una estrecha alianza, con el fin de atenazar a las víctimas, actuando con mayor efectividad en estas violaciones de tan extrema gravedad.

La prostitución y la trata de personas, son los delitos más frecuentes en estas violaciones de la dignidad humana, sin perder de vista las prácticas de alcahuetería, bastante frecuentes, y a las que no suele darse mayor importancia, pero que son graves, desde luego, puesto que suponen la anulación de la libertad, en un tema tan íntimo como el de la afectividad, y la instrumentalización de las personas con fines que exceden cualquier derecho humano, y que vulneran claramente la dignidad de la persona.

En los casos de prostitución y de trata, se está produciendo, de igual manera a la alcahuetería, una extrema instrumentalización de las personas, que son utilizadas como objetos de negocio mercantil, puesto que se comercia con un servicio de carácter sexual, carente de sentimiento amoroso alguno, y que convierte a las víctimas, prácticamente, en inodoros, o análogos objetos de uso y desecho, en lo que supone un desprecio absoluto hacia la dignidad humana, concretada en cada una de las personas víctimizadas con tales prácticas.

Del respeto a los derechos humanos, depende la libertad de las personas, porque, como ciudadanos, pertenecientes a una comunidad suprasocial, nuestros derechos van mucho más allá de la mera supervivencia alimentaria, en ejercicio de labores profesionales técnicas, escueta y estrictamente. Las personas tenemos derecho a pensar y a tener sentimientos, lo cual nos lleva a otro derecho fundamental de la dignidad humana, como es la libertad de expresión.

Una nación donde se merme o reduzca la libertad de expresión, que se caracteriza siempre por la diversidad, y por la no uniformización de la opinión, será una nación de esclavos, que estarán siendo tiranizados por el poder político. Un poder político alejado de la democracia y del Estado de Derecho, únicos ámbitos políticos donde se admite la libertad de expresión, también muy ligada a la libertad de reunión y asociación.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,16 de enero del 2025.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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Un comentario en “LA DIGNIDAD HUMANA

  1. Me ha gustado mucho, Fran.Estos artículo deberían tener eco en los grandes periódicos.

    Es un artículo de mucho valor humano y literario.

    Enhorabuena.

    Un abrazo

    Eladio Sanjuán

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