PREPOTENCIA Y ABUSO DE PODER

Poseer el poder, o la capacidad de influencia y decisión sobre el destino de las cosas, podría guardar dos sentidos bien diferenciados: por un lado, el motivado por la prepotencia y el abuso de poder, que hoy da título a nuestra reflexión, o, por otro lado, la intención inmejorable de mejorar la vida de los que dependen de mi trabajo, porque, cuando uno trabaja para una comunidad de personas, se empodera de una capacidad, que siempre debiera revertir en aquella comunidad, de manera positiva, fruto del amor y del aprecio hacia tales personas.

Estamos hablando, pues, de ejercer una labor hacia los demás, que pueda ser motivadora de bienestar y de felicidad. Pero, cuando esa labor la ejerzo, movido por odios o resentimientos, o, también podría ser, por algún defecto de educación propio, incluso, por una tara que se arrastra, la labor que pueda estar llevando a cabo, será negativa y portadora de desgracia para las personas a las que les va a afectar.

Los discursos políticos que debemos valorar, son aquellos que rezumen inclusión y aglutinamiento. Los discursos políticos sospechosos de marginación y de odio, los cuales, en múltiples ocasiones, son vergonzosamente explícitos, creo que deberíamos ignorarlos, porque el odio y la marginación, en una sociedad, no son constructivos, y suelen ser, más bien lo contrario, es decir, destructivos.

Máxime en una democracia, están de más la prepotencia y el abuso de poder, porque el poder no es del que manda, ya que el que manda, ha sido revestido tan solo de un poder de representación. Cuando uno representa a otro, no es el otro, sino que ostenta un poder delegado para representar los intereses del otro, y tomar, responsablemente, decisiones sobre la vida del otro.

La representación, que es el poder que ostentan los políticos en la democracia, exige un respeto y una consideración, hacia aquellos que han otorgado el poder de ser representados. Comportarse como si fuera un monarca o un emperador, no tiene sentido en una democracia, puesto que, en tal caso, no estaríamos ante una democracia verdadera, sino ante un simulacro de democracia, que, en realidad, es una estafa, porque el poder no va a ejercer labores de representación, sino de tiranía sobre los ciudadanos.

Democracia y tiranía, son dos conceptos antagónicos, y que se excluyen el uno al otro. Rogamos, pues, a los gobernantes de las naciones demócratas, una toma de conciencia de lo que es, en realidad, la democracia: servir al pueblo, nunca que el pueblo se convierta en sirviente mío. Teniendo en cuenta, además, que el pueblo en la democracia, somos todos y cada uno de los ciudadanos, no solo aquellos que me votan o que me apoyan políticamente.

FRAN AUDIJE

Fotografía Facebook.
Madrid, España, 19 de abril del 2025
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2 comentarios en “PREPOTENCIA Y ABUSO DE PODER

  1. Fran,que bien admiten las teorías políticas su redacción cuando nos movemos en la exposición ideal de deseos pretendidos.Así lo has bien escrito.

    Fíjate que, con una consideración elemental sobre la composición de las democracias parlamentarias,el voto soberano del pueblo se deposita en las manos y voluntades de unas élites que ya se encargan-olvidando su origen delegado-de manipular y adecuar la voluntad popular para obtener acuerdos,negocios,contubernios,chantajes y demás dispositivos contaminados que poco o nada,más bien, empatizan con aquellos que creyeron que no iba a darse un tratamiento fermentado de su voluntad que en muchos casos sería contrario a sus intenciones.

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    1. Gracias, Antonio, por tu comentario, y por tu valoración.

      De acuerdo con todo lo que dices. Realmente, muchos políticos son más estafadores de su propia patria, que servidores abnegados y efectivos, como sería lo deseable.

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