ABERRACIÓN

Por Luis Mac Gregor Arroyo

Llueve con un rugido inusual al golpear la lluvia con el concreto y el pavimento. Veo por la ventana las gotas de agua caer y suena un rayo tras ver su luz alumbrar la penumbra. Mi rostro está irreconocible. Sus marcas muestran algo más que las ligeras malformaciones en él provocadas por la edad. Sí estoy demacrado, sí tengo los ojos con unas grandes ojeras y sí, sí he dormido pero pareciera que no. En la tarde sentado frente a la mesa de la sala. Aquella que no supe acomodar en otro lado y que daba a la puerta del departamento. Me sirvió de consuelo para permitirme recargar mis codos sobre de aquélla.

Siempre traté de ser derecho e intachable en mi vida. La verdad es que todo parece salirme por la culata. Tal vez he sido muy puritano, ingenuo y tímido al grado de no darme cuenta de que causo daño con el sólo hecho de pensar, de mirar, de caminar, de recostarme a dormir y levantarme sintiendo, a veces una opresión en el pecho. No puedo decir que sea inocente; pero tampoco puedo afirmar que no lo sea.

Tal vez debí tomar en serio eso que al parecer se dice en la Biblia “los pensamientos, los actos y los sentimientos “–creo– afectan todo a nuestro alrededor.

A veces quisiera no haber nacido. Tal vez muchos desearan eso al menos alguna vez durante su vida. La vida me ha dado demasiados dolores y pocos espacios de consuelo. He sido, como abandonado por años, más de diez. Ahora, como la lluvia sin sazón que presencio, estoy de capa caída…

No veo salida sino más bien una oquedad obscura y profunda que lo chupa todo en mis días. A veces quisiera que los enojos no fueran tan aberrantes, que los hechos que pretendo llevar a cabo fueran tan claros como lo que realizo. En fin no hay más que decir. Sólo que me queda seguir la vida y ver qué me da. Si son manzanas, pues manzanas serán; si son peras, pues pera serán.

Me pregunto si alguien hubiera logrado parar todo esto, por el tremendo dolor, pena, desconcierto y confusión que me provoca o si, irremediablemente, fui víctima de este torbellino de sin razón en que me interné o fui embuido contra mi voluntad.

Ahora asoma el Sol por entre las nubes y la lluvia cesa. Veo la hora y me doy cuenta de que es tiempo de salir al autoservicio. De cualquier manera me pongo mi impermeable y me llevo una sombrilla por si las dudas. El hecho es que al salir veo gente, entre los de ahí, que nunca he conocido pero sí las ubico.

¡Cómo es posible! Me digo a mí mismo. El mismo Jesús pasa a mi lado mientras voy camino de la puerta de la zona residencial. También veo a la Virgen de Guadalupe y alguien a quien por el momento no reconozco pero su rostro se me hace conocido. Es una pena. A esas personas parece que les incomoda verme. Como si al mirarme se acordaron de que han sido estúpidas alguna vez en la vida y no soportan que se los restrieguen en el rostro.

Ya casi para la salida me parece ver al famoso Paul McCartney, camina un poco lento, por su edad, pero tampoco se le ve bien, pareciera que se le ha perdido el paraíso. Sería bueno que lo encontrara, qué decir de Ringo Star, el sí se ve contento.

Ya, para salir pasan tres mujeres Adonis Vegas, Depraved Vice y Lorena Leeroy pareciera que al verme quisieran escupir en el piso. Algo que no es para mí. Simplemente las ignoro. Curioso hacía meses me pareció ver a alguna de ellas, otra mujer famosa por supuesto, la Amante Justa, quien se distingue por ser tremenda en su trabajo, pero ella sí volteó a verme entonces tras verme de los pies a la cabeza… pero era tan bella, que no me atreví a saludarla.

En fin, fui al supermercado y en el camino, por el paso peatonal del metrobús vi cantidad de gente irritada en la mirada. No me miraban en sí a mi, era como si quisieran ver algo en mí que no comprendía y volteaban de nuevo hacía el frente, víctimas de un ataque de bilis aguda.

Finalmente llegué al super y adquirí una pechuga de pollo, un ramito de cilantro, y caldo de pollo en cubitos. Todo volvía a la normalidad. Parecía que lo que había visto antes era cosa de una alucinación. Sin embargo, algo me decía que no lo era.

En fin no estoy yo para dar explicaciones. Había tenido yo mismo unos de los días más difíciles de mi vida. Un abuso constante por parte de alguien. Yo no sé si será el mismo Dios, pero, si es así, no tiene mi más mínimo respeto y consideración. En otras palabras pareciera que me quedo sólo con mis seres queridos y sí… el amor está llegando a mi puerta.

Quién lo puede decir. En tiempos desesperados, aparecen recursos inesperados. Ahora me ha dado por hacer algo en la cocina y seguir escribiendo. Esperemos que sean, estas actividades, el principio de una harmonía propia más saludable que la de los últimos tiempos.

Regreso del mandado y veo a vecinos de toda la vida. Tal vez no han tenido un día agradable y otros, tal vez la tienen que hacer de mamá con sus pequeños y pequeñas. El hecho es que Villa sigue siendo el adorable rinconcito que he gozado toda mi vida. Quién sabe, las sorpresas llegan y pueden durar mucho tiempo.

Fotografía de Blad Chetan en Pexels.


Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario