PROSTITUTAS (Registrada)


Por Francisco José Audije Pacheco

Querida señora o jovencita,
Me ofreces a saldo tu lindo cuerpo,
Pero no mancillaré tu alma de mujer,
Por mucho que insistas y me provoques
Con tu dulce encanto de hembra,
En cuyo festín se solazan varones
Desde una punta a otra de la urbe.

Tú, señora o jovencita,
Me pareces mucho más bella,
Que la guarrada a la que te obligan,
Asumiendo las arremetidas contra
Tu lindo sagrario del placer y la reproducción,
Mientras le haces un favor a estos cochinos,
Que ellos, a ti, en absoluto van a brindar,
Sino que van a dejar manchada tu dignidad,
Y tu cuerpo será pasto de los abusos.

Flor de la humanidad,
Nunca te rebajes a instrumento
De las ambiciones absurdas:
Retozar con mujeres condenadas
A la carne templada, el corazón helado,
Y la cantera de virtudes y gozos
Clausurada a cal y canto, con llaves y candados.
Sin embargo, no cesa el sentido femenino
De justicia, responsabilidad, y competencia,
Interior que se basa y fundamenta
En libertad y en Derecho, en familia y en trabajo.

Deja de ser esclava, mujer hermosa,
Tú has sido concebida para la nobleza,
Lejos del despilfarro de la abundancia
De orgasmos que tú no sintieras,
Que te preñan de vacíos sin ecos,
En tu corazón y en tu vagina,
Y solo tu bolsillo repletito
De semen reconvertido en dinerito,
Podría de alimentos proveerte,
Pero no construye tu persona
Y vives marginada tristemente

Pintura de Johannes Vermeer (1632-1675)
Madrid, España, 17 de mayo del 2025

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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