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MITO Y DILAPIDACIÓN DE UN ESCULTOR
El escultor extremeño, oriundo de Mérida, que vivió entre los años 1911 y 2006, posee una de las carreras artísticas más prolíficas y reconocidas de todos los tiempos. Prácticamente se mantuvo en activo hasta el mismo día de su fallecimiento, dejando diversos proyectos inacabados.
A pesar de que la polémica le persiguió gran parte de su vida, de manera injusta, a mi juicio, y se le negaron concesiones oficiales, propias de las instituciones públicas, al tiempo que fue perseguido y ajusticiado, por las dos Españas en las que virtualmente se divide este país, principal enemigo de sí mismo, Juan de Ávalos era requerido continuamente para la realización de encargos escultóricos, de muy diversa índole, y no solo en España, sino en otras zonas del mundo, como Hispanoamérica, o el mismo Irán, donde fue contratado por el Sha de Persia.
Nuestro querido escultor extremeño, comenzó su éxito durante la II República española, avalado por la Academia de Artes de San Fernando, donde se tituló, con diversos premios conseguidos gracias a su talento. Llegada la Guerra Civil, Ávalos se vio obligado a luchar en el bando Nacional, sin guardar simpatías por el mismo. Una vez acabada esta cruenta guerra fratricida, nuestro escultor continuó su carrera artística, porque era su vocación profesional, y porque era su “modus vivendi”.
Fue, no obstante, investigado por el régimen franquista, que le encontró culpable de colaboracionismo con la II República, y le sancionaron por ello. Sin embargo, en 1951, se presenta a concurso para la realización del conjunto escultórico del proyecto de “Valle de los Caídos”, ganando el mismo, al conseguir entusiasmar al propio Franco en persona. Ya, en este momento, es criticado furibundamente por otros artistas afectos al régimen, que le acusan de “Rojillo”; pero, Franco, encantado con la presentación que le ha hecho Ávalos, contesta que: “Todos los artistas son un poco rojillos”, manteniéndose la adjudicación al mismo del conjunto escultórico.
Para la realización de las varias esculturas colosalistas, que ornamentarán esta ambiciosa obra arquitectónica, bajo la dirección del arquitecto, Diego Méndez, Ávalos va a contratar a todo un elenco de grandes profesionales del sector, los cuales, realizando una labor especializada conjunta, dan como resultado uno de los conjuntos escultóricos más bellos y llamativos del mundo.
Pero, el Valle de los Caídos, no queda exento de un fuerte significado político, en relación con la traumática Guerra Civil española, 1936-1939, incrementado por ser la sede de la sepultura del General Franco y de José Antonio Primo de Rivera, que va a tocar de lleno a nuestro querido escultor y artista extremeño, por ser su tremendo trabajo escultórico, uno de los más representativos de esta obra, a caballo entre la genialidad y el virtuosismo escultórico-arquitectónico, y lo más miserable y manipulador de la política, que va a manchar el nombre de Juan de Ávalos, tachándolo de traidor a los valores de la II República, por haberse alineado con el dictador Franco, en la construcción de lo que consideran una aberrante obra.
Esta es la desgracia de ser artista en un país como España, estimados lectores, para quien desea guardar una equidistancia entre un bando político y otro: que va a ser abofeteado por los dos. El error de Juan de Ávalos, no fue artístico, ni mucho menos, sino todo lo contrario, es decir, por haber realizado un excelente trabajo técnico-artístico, tanto a las órdenes de unos, como a las órdenes de otros, el resultado es que ninguno de los dos ha quedado conforme, porque ambos le exigieron la exclusividad de su servicio, mientras que el dilapidado escultor, se ha puesto al servicio de cualquier propuesta que requiriera de su arte genial y contrastado.
Craso error de un artista español, el ser artista y punto. En España se exige, además, la definición del artista políticamente hablando.
FRAN AUDIJE
Fotografía Facebook.
Madrid, España, 13 de junio del 2025
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