Pintaba como su maestro Francisco de Goya, pero más que pintar como Goya, pintaba como Ressendi.
Por Isrrael Sotillo
Fotografías Facebook
Barinas, Venezuela, 04 de julio de 2025
A Isrrael David, quien fue quien me presentó a Ressendi después de estar en Sevilla y comulgar con él...
El pintor sevillano Baldomero Romero Ressendi fue un perro verde (una persona muy rara, extraña o inusual… Poco conocido como artista del óleo, bohemio, maldito, oscuro, romántico en el mejor sentido de la palabra… con una obra dispersa por todo el mundo, pero en España apenas se le representa en las salas de arte. Extraños son los museos de la península ibérica que exhiban una obra de Ressendi. Será por lo «oscuro» de su trabajo, será por la época (también lóbrega) que le tocó vivir, o por su vida, tan extravagante como su propia obra. Se dice de él que su carácter difícil a veces disfrazaba su abrumadora aptitud.

Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde dejó con claridad la impronta de su talento.
Excesivamnte peculiar, pero con una capacidad excepcional para realizar una obra de arte con un talento, por lo demás, sobresaliente. Muchas envidias giraron a su alrededor, ahí; uno por lo bien que pintaba, y dos por su impertinencia, que algunos no digerían de la mejor manera. El clásico síndrome de un genio habitado de necedades y estupideces humanas …
Influencias, vida.
Conocedor avezado de la historia del arte (desde luego tuvo en cuenta a su paisano Veláquez y a su ídolo Goya, que influyó muchísimo en cómo Ressendi veía la vida); sin embargo, el pintor sevillano no renunció a salirse de los moldes clásicos. Resumiendo vale señalar, que tal vez su pintura es muy clásica y a la vez no lo es para nada.
Escándalos no faltaron en su carrera de artista del caballete y los lienzos. Tuvo problemas con el mundillo del arte, con la Iglesia (a punto estuvo de ser excomulgado), y hasta con Franco (se dice que lo dejó plantado cuando lo estaba pintando). Por algún motivo salvó el pescuezo. Ressendi tenía muy buenos amigos en los sitios adecuados, arriba.

Dicen en la capital de Andalucía que 19 hijos en Sevilla se parecían muchísimo a Ressendi. Comentaba la gente que no dormía, que le gustaba el vino y el whisky, y que pintaba con rápidez y profusamente.
En su producción hay de todo, afirman los críticos y filósofos del arte: obra religiosa, costumbrista, tauromaquia, bodegones, de denuncia, mucho retrato (descarnado, Ressendi no mentía precisamente…), jamás de los jamaces paisajes, que detestaba. Y en todos sus cuadros se percibe algo muy andaluz. Difícil de definir, complejo de concretar, pero muy andaluz. Una especie de realismo expresionista andaluz con efluvios surrealistas y genética barroca.


El mejor pintor sevillano del siglo XX, así lo mencionan muchos. Casi una leyenda —su poca documentación biográfica ayuda a esto, pero abundan los rumores, son rumores, rumores que van, rumores que vienen—, algo que para nada es malo para un historiador, por aquello que dice que de vez en cuando hay que inventar un poco…
Su pintura.
De composición arriesgada y novedosa: La paleta cromática de Resseti es oscura, se tiñe de un ambiente de tonos apagados y clandestinos, sobresalen los carnes y los rojos apasionados; estas cosas las resuelve el sevillano con una pincelada suelta y ligera, un recurso que evoca de manera contundente al maestro de la pintura Goya.

Juega con la luz tenue en su obra, luz que parece emanar del epicentro de los personajes en grupo, siendo esta misma el núcleo del compás y del movimiento centrífugo que transmite en sus composiciones. En _Los Bailaores_, apreciamos un cúmulo personas bailando en un vacío atemporal, un espacio irreal no definido Desde lo más metafórico, seguro, que más de un sevillano diría que se consigue representar la mismísima música, y es que el duende del que habla García Lorca se percibe incluso a través de las veladuras sombrías.

En la obra _«Los Borrachos»,_ como en muchos de los cuadros de Ressendi, una luz cenital anaranjada baña la obra. Es común en su plástica el hecho de recurrir a elementos de luz exógenos que nos recuerdan inmediatamente al proceder de un plató televisivo (lugar donde se ubican las cámaras, luces, micrófonos y demás equipos necesarios para la producción audiovisual), pues las escenas parecen sufrir un proceso de «fotografización». Estos ingredientes se manifiestan con el uso de un expresionismo latente tanto en técnica pictórica como en el tratamiento de los personajes, incluidos los autorretratos.
Los borrachos.
Dos toreros echan la tarde mientras le dan a la botella. Tras una pequeña escena del tipo «pseudobodegón» aliñada con un zapato que se sitúa en la esquina inferior izquierda, encontramos el gran plano principal, los dos personajes, que se nos muestran abatidos y eso: borrachos, sentados en el suelo de una habitación que debemos imaginar.
Es muy interesante, entre otros, el tratamiento lumínico que reciben las pequeñas borlas o decoraciones del traje de luces del maestro.

Los borrachos suma la temática costumbrista y taurina, una fusión muy arraigada en la producción del artista. El argumento alude de manera clara al vivir de los toreros de su tiempo, éstos podían cortar oreja y rabo en una tarde de maestranza y perfectamente después fundir un jornal en buen vino y buena fiesta. Aun así, el autor nos muestra de manera amable dos señores que se amarran a sus copas como si éstas fueran su único tesoro, no da protagonismo a nada más; la escena se resume a los dos toreros, a sus expresiones y a sus trajes de color. Qué bonito beber con un colega, literal.
nació en Sevilla, España el 20 de enero1922 y falleció el 11 de abril de 1977 en Madrid.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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