Mientras contemplo, y vuelvo a presenciar, la fascinante «Il Gatopardo», del mítico cineasta italiano, Luchino Visconti, siento una desesperada resistencia a creerme la fatal noticia: ha muerto Claudia Cardinale. ¿Será posible?. Reparo en las románticas escenas de la joven Angélica, papel encarnado por la extraordinaria belleza de Cardinale, y me deshago en ensueños y en poesía. No puede ser, ella sigue viva, mientras haya una mujer hermosa, habrá poesía, nos dejó dicho Gustavo Adolfo Bécquer, en un providencial vaticinio.

Pero, si de verdad ha muerto Claudia Cardinale, la poesía y los poetas nos vestimos de luto, para sumirnos en un depresivo trance, porque nos habrá dejado una de nuestras más amadas musas, la novia eterna de juventud que todos habíamos deseado, que tantas noches en vela produjo poemas a raudales, y por quien nuestros corazones solitarios se hinchaban hasta reventar de amor apasionado.

La Angélica que Alain Delon cortejaba, y que Burt Lancaster sacaba en el baile del más bello vals jamás bailado, no podrá morirse nunca, porque ha traspasado la eternidad del celuloide. Vivirá para nosotros por siempre en las pantallas, al otro lado, en la inmortalidad de aquella chica de 25 años, con perfectos tirabuzones, y un precioso vestido de campana llenito de encajes, en el deslumbrante blanco de las vírgenes del siglo romántico.

Cuando escucho la voz hiperfemenina de Angélica, se me eriza la piel, y un escalofrío sacude mi cuerpo cansado, extenuado… no puede morir la belleza de una mujer, mejor dicho, de una diosa morena de ojos azabache.

No me importa que Alain Delon la estreche en sus brazos, ni que Burt Lancaster la tiente en un vals enamorado. Yo siempre amaré esa mirada penetrante, y esa sonrisa almibarada, que me hizo soñar que la amaba, y besaba sus labios con mi inocencia adolescente, que nunca comprendió que pudiera existir la muerte, para un ser tan ideal como lo fue, al menos durante aquellos magníficos años, la mujer más hermosa de la cinematografía italiana.

FRAN AUDIJE

Fotografía Facebook.

Madrid, España, 24 de septiembre del 2025