En 1794 pidió se aplazara su ejecución, por estar condenado a muerte, para poder concluir un experimento.

De joven se entregó en cuerpo y alma a la ciencia y se percató de la importancia que tenían sus investigaciones caracterizadas por su precisión matemática.

Le enseñó a su esposa los secretos de la química y ella lo ayudó tomando notas sobre los experimentos y le tradujo libros de química al francés.

Descubrió que el agua no era un elemento puro, sino una combinación de oxígeno e hidrógeno.

La Revolución francesa fue vista por él como una oportunidad para transformar la política, la economía, la sociedad y la cultura del país.

Antoine–Laurent de Lavoisier

Por Luis Mac Gregor Arroyo

Fotografía de Jiri Ikonomidis en Pexels.

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