Los objetos perdidos son un tesoro que no se busca allende el mar. No en un parque. No lejos de lugares donde se estuvo, ni en paseos antiguos.
Los objetos perdidos se quedan en la memoria del cuerpo, donde se llevaron puestos, en el gesto que los busca como parte de un movimiento cotidiano que se relaciona con la vida de la que formaron parte.
Los objetos perdidos no están bajo los muebles, ni se cayeron por casualidad durante el juego con los hijos. No están por aquí, ni por allá, porque se fueron en dos litros de leche para los niños, en la renta, en un pantalón nuevo porque el anterior ya estaba demasiado roto.
Luciana no los busca en el bazar donde los ha vendido. Joyas de su abuela, chal con firma de diseñador, candelabros de plata… una vida perdida después de su divorcio y las palabras que contra ella difundieron bocas que le arrebataron un camino, y que ha buscado recuperar mientras los hijos comen, crecen y necesitan tantas cosas, que ni una pequeña oportunidad ha traído.
Hambre, soledad, y cuidados. Los objetos perdidos quedan en la mente, reacios a fundirse con experiencias ya borrosas. Testigos de lo que podía ser un día hermoso, un viaje compartido y el beso de buenas noches en una cama mullida y deliciosa.
Los objetos perdidos no se perdieron del todo. Un par de fotos aún demuestran que antes fue acogida y amada. Todo era seguro y el porvenir prometido se avalaba con un apoyo incondicional de un padre que ya murió.
Los objetos perdidos y el padre muerto no son todo el valor de Luciana, pero el entorno le dice que sí, y cada vez puede menos estar en esas reuniones de cafecito y labial, que antes le permitía soñar con un enlace que le devolviera aquel lugar del que hablan los objetos que ya no están, que juntos contaban una vida que Luciana vivió, y que ahora entiende que nunca volverá.
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Pues el único objeto realmente perdido y de alguna forma recuperado que me viene a la mente actualmente, es una piedra pequeña de mar, que uso para deslizar mis dedos sobre ella y liberar la tensión.
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Impresionante narración, una voz interna poderosa.
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Pues el único objeto realmente perdido y de alguna forma recuperado que me viene a la mente actualmente, es una piedra pequeña de mar, que uso para deslizar mis dedos sobre ella y liberar la tensión.
Saludos.
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