EL EGÓDROMO LXIV

Por Luis Mac Gregor Arroyo

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Ojos Encendidos: Con la mejor de las buenas voluntades este hombre con principios hondos y muy personales. Se llega a tentar el corazón y, pese a que no suele utilizar su fuerza para ayudar, en ocasiones lo hace de buena gana ¿Por qué? Realmente es un misterio. Otros, junto con él, sólo son celosos de su trabajo. Tal vez soñaron en que alguien pudiera hacer algo o simplemente les llegó al corazón un viejo conocido, quien no sabe si fue su amigo o tal vez ni eso; pero se conmovió de él. El buen Ojo Encendido se llenó de candor y peleó, vigiló en la noche, le entró a trabajos no sólo de batalla sino de astucia logística y a veces, sin que uno se lo pidiera, se la ha jugado con el azar. El comensal lo ve de buena gana, aunque por dentro esté lleno de nervios: “Yo no sé si sus ojos muestran amistad o igual; pero no hay que exigir mucho, se puede enojar”.


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