Louisa Michel, mi comunera preferida


Por: Raúl Jiménez Lescas
Morelia, Michoacán, 31 de mayo de 2023.

El 29 de mayo de 1830 nació Louise Michel, quien fuera comunera de París (1871), anarquista y heroína nacional francesa de la época. Su vida fue fascinante. Al parece fue hija natural. Obligada a entregarse tras la comuna de París, cuando las autoridades amenazaron con asesinar a su madre, se le acusó de intentar derrocar al gobierno, de alentar a los ciudadanos a armarse, de posesión y uso de armas, de llevar un uniforme militar, de planear el asesinato de rehenes y más, por lo que fue sentenciada a su deportación de por vida a la colonia penitenciaria de Nueva Caledonia. Allí apoyó la sublevación anticolonial de los indígenas, y regresó cuando los comuneros fueron perdonados casi 7 años después. Posteriormente fue encarcelada repetidamente y sobrevivió a un intento de asesinato en el que le dispararon en la cabeza.

Tomar el cielo por asalto…

La Comuna de París de 1871 desde los ojos verdes y dulces de Louise Michel. Parte 1.
Por: Raúl jiménez Lescas

La derrota franco-belga y del Imperio de Maximiliano en México y ante los prusianos, fueron puentes para la Comuna de París. Ésta fue un gobierno de trabajadores y popular que, durante 72 días, buscó hacer de París un Mundo diferente y fue ahogado en sangre por la contrarrevolución. Analizaremos ese hecho histórico desde los ojos verdes y dulces de la profesora Luisa Michel, una mujer de abajo, “bastarda”, educadora, anarquista y no sé qué tantas cosas más. Ah, intentó liberar a Nueva Caledonia de Francia mientras purgaba un exilio por comunera.

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“L’Empire, c’est la paix».
Louis Napoleón Bonaparte .
Octubre de 1852.

La sublime explosión de marzo de 1871 fue lo que vio y sintió la profesora Louise Michel, aquella noche estrellada del 17 de marzo para amanecer el 18. Fue espontánea y no planeada por ninguna organización, ni pronosticada por Carlos Marx y Federico Engels, “cabezas” de la Asociación
Internacional de los Trabajadores (AIT). Al parecer fue resultado, por un lado, de la derrota franco-belga en México, la posterior guerra Franco-Prusiana y, por otro, del crecimiento del movimiento obrero francés: es pues, hija espiritual de la AIT, fundada en
septiembre de 1864 por sindicalistas franceses e ingleses.

La llamada “Guerra Franco-Prusiana” estalló entre 1870 y 1871. El emperador Napoleón III (1852-1870) declaró la guerra a Prusia el 19 de julio de 1870, pero fue derrotado. El ciclo de luchas y resistencias, revueltas, revoluciones y contrarrevoluciones en Francia arrancó en 1789, que abrió toda una nueva etapa, no sólo en Francia, sino con ondas expansivas al resto del planeta. Antonio Gramnsci, desde la cárcel, le llamó la crisis orgánica de larga duración. Ya en plena Revolución Francesa, durante el Directorio, surgió en 1796 la Conspiración de los Iguales inspirada por François Nöel Babeuf, mejor conocido como Gracchus Babeuf, nacido en una cuna humilde de Saint-Quentin. Más tarde, surgieron sindicatos, mutualidades y organizaciones revolucionarias.

En 1864 fueron sindicalistas franceses, junto a los ingleses, quienes constituyeron la Internacional. Así que para la durante la década de 1870, Francia y, en especial París, era un hervidero de grupos sociales, revolucionarios, clubes, periódicos y sindicatos.
Ese ciclo de 1789-1871 no fue lineal, sino complejo, combinando revoluciones y Monarquías y Repúblicas, duros años de represión y de libertad de expresión. De elecciones y de dictaduras. Nada más complejo que la realidad.

La tradición revolucionaria de los franceses data de la toma de la Bastilla, pero saldría a flote en diversos ciclos como la Revolución de 1830, la Revolución Continental de 1848 y, por supuesto, la Revolución de Febrero y la Comuna de París de 1871. La Historia de la Comuna ha sido motivo de muchos ríos de tinta y papel. Desde el silencio oficioso de la contrarrevolución de Versalles hasta las historias románticas y épicas. Al cumplirse su centenario, en 1971, fue motivo de muchas conmemoraciones y festejos. Para marxistas y anarquistas de la segunda mitad del siglo XIX fue motivo de agrias disputas, y laboratorio de sus teorías socialistas y anarquistas. Muchos académicos del siglo XX consideraron que no fue para tanto. Mientras que algunos comuneros escribieron libros brillantes de su experiencia. En fin, la Comuna ha sido sometida a innumerables interpretaciones políticas y académicas. Yo intentaré ver “Los Acontecimientos” desde los ojos verdes y dulces de una comunera: Louisa Michel, una mujer de abajo.

La maestra Louisa Michel tenía esa herencia revolucionaria transmitida por muchas formas contrarrevoluciones, períodos de reacción desde la Toma de la Bastilla. Como docente, trabajaba de sol a sol en su escuela de 150 alumnos.
Durante la Guerra Franco-Prusiana, fue activista social y hasta vistió con el uniforme de la Guardia Nacional. Aquí presentamos un daguerrotipo. Vio y participó en la Revolución de Febrero que terminó con el Segundo Imperio e inició la República. El 17 de marzo de 1871, corrió a ver cómo se instalaba, frente a sus mismos ojos verdes y dulces, el sueño que soñaba de día y de noche, dormida y despierta: La Revolución. La Comuna.

Vivía en París hace muchos años. Era maestra. Tenía una escuela. Activa y activista de los derechos del pueblo. Miembro de la Guardia Nacional. Vestía, algunas veces como hombre. Mujer solidaria… una comunera en potencia. La Historia de la Comuna, es también, la Historia de Louise Michel. Ayudó a instalarla. La defendió. Fue procesada y deportada muy lejos de Montmartre: hasta Nouvelle-Calédonie. No muy cerca de la ciudad de las luces, ya no tan joven, Don Frederich Engels, opinó:
“Gracias al desarrollo económico y político de Francia desde 1789, la situación en París desde hace 50 años ha sido tal que no asumiese en seguida un carácter proletario, es decir, sin que el proletariado, que había comprado la victoria con su sangre, presentase sus propias reivindicaciones después del triunfo conseguido.” Y su compadre, amigo, socio y camarada, Karl Marx afirmó:
“He aquí su verdadero secreto: la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta que permitía realizar la emancipación económica del trabajo.”

Cuando en la noche del 17 de marzo de 1871, Adolphe Thiers intentó desarmar a los obreros de la Guardia Nacional, estalló una segunda revolución, esa sublime explosión que vio Louise Michel: la bandera roja fue izada en la Plaza del Hotel de Ville y en el Ministerio de Guerra, casi sin choques violentos en la mañana radiante del 18 de marzo. Louise Michel, presidenta del Comité de Vigilancia del Distrito XVIII de París, organizó aquella manifestación femenil para evitar que los cañones fueran tomados por los “versallenses”. Por el contrario, buscó la fraternidad entre soldados, guardias y el pueblo parisino. Louise no fue una espectadora, sino activa propulsora de la Comuna. Desde el primer momento fue una comunera. París fue tomado por las manos callosas de la ciudad, y se puede considerar como la primera revolución obrera que tomó el poder en sus manos en la segunda mitad del siglo XIX.

Ahí en París, Eugenio Pottier escribió el himno de La Internacional:
Il n’est pas de sauveurs suprêmes :
Ni Dieu, ni César, ni tribun,
Producteurs, sauvons-nous nous-mêmes !
Décrétons le salut commun !
(“Ni en dioses, reyes ni tribunos,
está el supremo salvador.
¡Nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor!”).

Los comuneros, ni tardo ni perezoso, declararon: “El proletariado, frente a la amenaza permanente de sus derechos, la negación absoluta de todas sus
legítimas aspiraciones, la ruina de la patria y de todas sus esperanzas, ha comprendido que era su deber imperioso y su derecho absoluto tomar en sus manos los destinos de la patria y asegurar el triunfo apoderándose del poder.”

Los comuneros resolvieron no perseguir a las tropas derrotadas de Thiers en la ruta a Versalles, por el contrario, convocaron a las elecciones el 26 de marzo. Mediante el sufragio universal, secreto y directo, se eligieron a los miembros que proclamaron legal y legítimamente dos días después, el 28 de marzo, la Comuna de París. Los diputados electos en los barrios residenciales, pronto dejaron ese gobierno del pueblo y para el pueblo.

Mucho tiempo después, el viejo Frederich
Engels escribió: “Mirad a la Comuna de París. Era la Dictadura del
Proletariado”, pero en realidad fue la democracia real del pueblo y para el pueblo. Cuando el yerno de Marx, Paul Lafargue visitó a Louise Michell en la cárcel de Saint Lazare, la maestra le dijo de entrada:
—Pero, ¿Qué pasa con usted? Te ves todo molesto, como si te pesaran los problemas de la cárcel, sonriendo, me dijo Louise Michel, al
entrar. Tenía la mirada firme Louise. Ojos verdes y dulces y una coqueta sonrisa de satisfacción. La calma necesaria para no amargarse. Satisfecha por encontrar la libertad en la prisión, sí, la libertad en la prisión. La felicidad en la celda.

Era maestra y aprender algo nuevo le hacía feliz. En la cárcel, estudió. Leyó. Escribió.
Regó la Memoria todos los días con el agua de la repetición para que no se fuera a secar: era su planta preferida. Aprendió por su cuenta el inglés, el tal amigo “G” le enseñó ruso y, hasta escribió libros para niños, además de soñar con volver a la Escuela. Amaba la escuela, la educación, pero sobre todo amaba a su amiga: La Revolución.

Fuentes
LISSAGARAY, H. Prosper-Olivier, Histoire de la Comuna de 1871, Argentina, Editions Du Triden, 1944.
LAFARGUE, Paul, Una visita a Louise Michel, París, Le Socialiste, September 26, 1885 (Traducción: Mitch Abidor para marxist.org). Creative Commons (Attribute & ShareAlike) marxists.org, 2005.
Sobre el Marxismo y la Historia, ver: BOURDÉ, Guy y HERVÉ, Martin (colaboración de Pascal Balmand), Los Escuela Históricas, cap. 11, Madrid, AKAL Editor, 1992, p.
JIMÉNEZ Lescas, Raúl, La Primera Internacional, Morelia, folleto 2, Ed. SUEUM/CECAP “VLT”, 2012.
MERRIMAN, John. Masacre. Vida y muerte en la Comuna de París de 1871. 2017. Siglo XXI, Colección hitos, Madrid: 407 pp.
Dictionnaire Biographique du Çouveçent Ouvrier Français (DBMOF), bajo la dirección de Jean Maitron y más tarde de Claude Pennetier, Paris, Editions ouvrières / Editions de l’Atelier, 1964-1997, 44 vol.
Dictionnaire des femmes belges, XIXe et XXe siècles / bajo la dirección de Eliane Gubin, Catherine Jacques, Valérie Piette et Jean Puissant; con la colaboración de Marie-Sylvie Dupont-Bouchat et Jean-Pierre Nandrin. – Bruxelas: Racine, [2006]. – 637 p.
Georges Haupt, L’historien et le mouvement social, Paris, La Découverte, 1980, passim. Ver también el número especial del Mouvement social (n. 111, avril-juin 1980) consagrado a Georges Haupt.


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2 comentarios en “Louisa Michel, mi comunera preferida

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