CERVANTES, Y EL DÍA DEL LIBRO

Durante la batalla de Lepanto, “la más grande ocasión que vieran los siglos”, Miguel de Cervantes decidió salir de la enfermería de la galera, enfermo de fiebre, para hacer frente al enemigo turco. Bajo tal condición, por tanto, mermadas sus capacidades físicas, debió de enfrentarse a uno y otro, blandiendo la espada, y en combate cuerpo a cuerpo. Cuando los turcos se retiraron vencidos, ya los soldados hicieron recuento, y pudieron reparar en los daños, y en las heridas del combate. Seguramente, ese brazo de nuestro Miguel de Cervantes, que blandiera la espada más valiente, presentó diversos cortes, que no pudieron salvar la amputación de su miembro más noble, aquel destinado a sostener una de las plumas literarias, de mayor genio que vieron los siglos.

La vida de un héroe, no está exenta de infortunios, porque es la desventura la que forja a los grandes hombres, y Cervantes no llegó a los altares de universalidad literaria por casualidad, sino a base de padecer confinamientos y esclavitudes, como la que le aguardaba a la vuelta de la gran batalla que le dejó discapacitado, tras ser presa su nave en alta mar, y conducida por los piratas argelinos a una morada cruel, donde Cervantes vivió y padeció el cautiverio de la ausencia de libertad, y del sometimiento a la voluntad tiránica de lo indigno.

La novela por antonomasia, El Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra, no se escribió solo, ni fue producto de la magia, aunque pudiera parecerlo al lector, cuando nuestros ojos se pasean por sus palabras, y nuestros cerebros las desmenuzan e interpretan, obteniendo el placer mágico de sus aventuras y desventuras relatadas. Porque, más allá de lo anecdótico, de la historia y del cuento, está una vida y una experiencia que impactaron en el corazón, hiriéndolo o solazándolo, y se guardaron en la conciencia, desde donde la razón practicó la deducción, un aprendizaje de oro, origen sabio inyectado en las hazañas de este pobre loco, y de su fiel discípulo, el escudero Sancho, que no debían estar tan locos, cuando hoy le llaman al libro donde son retratados, nada menos que “la Biblia del castellano”.

Antes de finalizar, debemos recordar un detalle: enfrente del Congreso de los Diputados, nada menos que la casa donde se escribe el destino de España, existe uno de los monumentos más referenciales al escritor del Quijote. Cuando los políticos de esta nación, al tiempo genial y miserable, salen o entran por los portones de este palacio do la libertad se dirime, contemplan y son contemplados, por una de las eminentes glorias de España, aquella que fuera héroe, cautivo, y literato de éxito universal, pero que muriera pobre, viejo, y olvidado, hasta el punto de que ni siquiera sabemos en donde fue enterrado.

Miguel de Cervantes Saavedra, la figura que ha dado gran parte de la buena fama de España, no tanto por su espada valiente en una batalla, sino por la humanidad de una vida hábilmente desplegada, en las páginas de mayor encanto que encierra la historia.

FRAN AUDIJE

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 24 de abril del 2024

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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