EL EGÓDROMO XLIII

Por Luis Mac Gregor Arroyo 

 Fotografía de Jill Wellington en pixabay.com

hoyoblanco.com.mx

La Mujer Sol: Fingiendo timidez, buena vibra y disposición para ayudar. Esta buen creyente en Dios, subió, subió y subió… y siguió subiendo, hasta alcanzar el Sol. Ella lo podía mover a voluntad por que fue él. ¿Que raro? Un autor decía que podíamos hacer llover, igual alguien podría mover el astro, qué no. Claro llegar alto tiene su costo. Esa chaparrita que tiene todo menos eso, es una de las personas más sensuales que se conocen. Tiene un alto grado de imaginación y de sueños entusiasmantes. Eso hace pensar en animales feroces vueltos dóciles, enjaulados y esperando a que se les de comer con una palmadita en el lomo. También le dicen Bren, como generadora de su propia religión renegando de la suya. Capaz de llevarlo a uno al cadalso con tal entusiasmo para ser condenado, que ni ganas dan de hablar y quien se va a meter con la que ganó el concurso de violencia. Eso ni con un ramo de flores uno la conquista. El comensal la ve: “Es tan brava que hasta lleva a quienes desean creer en Jesús a las iglesias franciscanas, ¿será que sentía cierto remordimiento?”. En fin ahí va “modesta”, callada “para acaparar más” y con una sonrisa en el rostro… Alguna vez habrá sonreído como algunos nos imaginábamos que era su sonrisa. 


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