La Teología de la Liberación, una necesidad vigente a 50 años de su propuesta
Por: M. Fabio Altamirano Fajardo. (Teólogo)
Este año se cumplen 50 años de la publicación del libro “Teología de la liberación. Perspectivas” de Gustavo Gutiérrez Merino, teólogo peruano, libro que se ha reconocido como el iniciador de la corriente de la teología de la liberación, teología que implica una visión latinoamericana del hacer teológico, como el mismo Gustavo Gutiérrez dice: “se cree en Dios a partir de una situación histórica determinada; el creyente forma parte… de un tejido cultural y social”, luego, “se intenta pensar esa fe” (en el Dios de la vida, Salamanca, 1992, pp.17 y 22, citado por Vicente Botella Cubells), es una certeza que nuestra forma de creer tiene que ver con la realidad en la que vivimos, la cual después podemos llevar a la reflexión. Es importante señalar que la situación histórica es el resultado de un proceso de evolución histórica, al fin de cuentas somos resultado de una historia personal y colectiva donde se ha ido situando nuestra formas de creer, en una forma de trayectoria, según la perspectiva de Boudieu la que podemos definir como la que el mismo Boudieu señala como “la ‘serie de las posiciones sucesivamente ocupadas por un mismo agente (o un mismo grupo) en un espacio en sí mismo en movimiento y sometido a incesantes transformaciones’” (Bourdieu, 1997b citado por Suárez, 2012, pág. 62). Si esto se da en la realidad actual, con mayor razón en la secuencia histórica. La teología de la liberación tiene como centro al pobre. Sergio Silva amplia esta perspectiva señalando cuatro puntos del origen de la Teología de la Liberación: el Teológico que parte de la influencia de teólogos franceses y alemanes que tuvieron fuerte influencia en el Concilio Vaticano II; en lo eclesial donde un grupo de Obispos “constituyen el núcleo que anima y orienta la mayoría en el Concilio y también en la primera repercusión del Concilio en el nivel de la jerarquía en América Latina que fue la Conferencia General de Medellín”; en lo social el impacto de la pobreza en todo el Continente Americano, y en lo político enfrentado la teoría de la dependencia como causa y posible trampolín de solución a la situación de precariedad en toda América Latina (Silva, 2009).
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