Luz Angélica Acurio Tobar
Nace en Valencia, Provincia de Los Ríos, Ecuador, en 1957. Realiza estudios de Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obteniendo mención honorifica en la tesis de grado.
Sus estudios de Licenciatura en Economía los realiza en la Universidad Central del Ecuador. Estudia la Maestría en Derechos Humanos en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Ha participado en muchos cursos y diplomados, lo que le ha permitido capacitarse en su labor profesional en el sistema penitenciario mexicano y en la administración pública de la Ciudad de México; como resultado de su capacitación y práctica social y profesional, es defensora de derechos humanos; trabajó en la Academia Mexicana de los Derechos Humanos.
En la República del Ecuador fue miembro de la Federación de Trabajadores de Pichincha (FTP), filial de la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE); asimismo, fue Secretaria General de Trabajadores Socialistas de la Universidad Central del Ecuador. En México ha sido invitada a pertenecer a algunas organizaciones sociales. Actualmente es miembro de Convergencia Nacional de la Economía Social (CONESO).
En México, en 2015, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) publicó su libro: Cárceles: normas no escritas en México y Ecuador (1998-2008). En la República del Ecuador, en 1987 el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador público el libro: Indicadores y estadísticas básicas de la economía ecuatoriana, escrito en co-autoría con otros compañeros. Tiene artículos publicados. En 2020 Publica el libro: Poesía con Mucho Amor. Impreso en Estados Unidos, Editorial Columbia S.A..
MI LUNA MI AMOR
Me enamoré de la luna,
infinita y cielo azul,
con dulce terciopelo,
que me abraza,
en noches de sosiego.
En la ventana,
de mi aposento,
que mágica me iluminas
con tus colores cósmicos
¡hay que linda luna escarlata!
Mi bella luna llena
y calendario goya,
con mi signo zodiacal,
un regalo fabuloso,
del universo infinito.
Súper ¡luna poesía!,
tu estado natural,
de dibujos animados,
que manipulas estados,
de los seres humanos.
Mis joyas lunas,
hay mi luna creciente,
el primer cuarto menguante,
luna gibosa creciente
último cuarto menguante.
TENGO MIEDO
Tengo miedo de mirar tus ojos
porque creo delatar mi sentimiento
que, para ti, es como el viento veraniego.
Que pasa sin dejar ninguna huella.
Tengo miedo de la gente que nos mira
que con sus miradas maliciosas y burlonas
parecen decir: ella está ausente.
Te quiero amor por insurgente.
Cuando desafías allá en el parlamento;
cuando gritas y protestas;
cuando dices con fe pueblo.
Tengo miedo de esta espera
que se convierte cada vez en un tormento.
Acallo mi corazón triste y enfermo.
Y te espero amor te espero…
SUEÑOS
Con Poesía de Pablo
y canciones de Silvio,
el día que me quieras
crearé yo mi canto.
Te abriré mi regazo.
Esparciré muchas rosas.
Encenderé una vela.
Me cubriré de perfume.
Viajaré al infinito;
miraré el horizonte;
se unirá el cielo azul
con el mar inmenso.
Te cubriré de mil besos
al son de primaveras.
Te regalaré el arco iris
donde brillarán las estrellas.
Sonarán las campanas,
se oirán sus llamados.
Pensaré en relicarios.
Hablaré con el Dios Santo.
En el firmamento,
la osa polar jugará con la luna.
Se pondrá más preciosa.
Me dirá que soy tuya.
BUEN VINO
Mirando tu rostro de marfil y terciopelo
relucen tus ojos, esos ojos parecidos, quizás,
al color del capulí o a miel ligera
que atraen mi atención como un buen vino.
Cuando llego cada año y te visito,
de tus labios serenos y carnosos
salen palabras bellas de ternura
que quisiera lanzarme entre tus brazos.
Me embriagas como el olor de un vino blanco
y me enterneces con tu cándida figura.
Tu rostro sonriente y cuello fino
de hombre prestigiado y buen amigo.
Tienes atributos que impresionan.
Tu talento es de un hombre valioso,
luchador y respetuoso por lo humano
como una cálida copa de un buen vino.
MUJER EN PRISIÓN
A ti, mujer prisionera
que te sientes desconsolada.
Reniegas de tu situación,
sufres soledad y depresión.
Te regalo la luna llena
para que la pongas de almohada
y sientas la frescura
de su cálido esplendor.
Te regalo una estrella
para que la hagas pañuelo
y retire tus lágrimas
cuando estés llorando a mares.
Te regalo un lucero
para que sea tu lámpara
que alumbre tus noches
de insomnios y tristezas.
Te regalo el cielo azul
para que lo hagas edredón y sientas
la suavidad de su textura.
Te regalo la aurora
para que veas aparecer
el nuevo día
lleno de sol y libertad.
EL ANGELITO QUE NO CABE EN EL CIELO
Cuando supe de aquel muchacho exaltado
que miedo y terror entre la población reclusa provocaba.
Del módulo de máxima seguridad jamás pasaba
como un fiero animal, raro lo miraban.
Mi curiosidad de profesional, como a todos, me azotaba.
Caminé hacia la reja de su pequeña guarida
y con un poco de miedo me acerqué a su lado
Buenas tardes hombre de hierro —pronunciaron mis palabras.
Él contestó tranquilo y pronunció —Buenas tardes, licenciada.
Entablamos una conversación amena y le pregunté:
—¿Cuántos años tienes, muchacho? —veinticuatro años—
contestó.
—¿Quién te visita? —Mi mamá es la única visita.
Con hablar sereno y timbre de voz firme
me comenta el problema de su vida.
Cuando nació tuvo que ir a la casa cuna
porque su madre encarcelada estaba.
Toda su vida la pasó encerrado.
De la casa cuna cuando era niño,
pasó a un internado de los padres capuchinos.
Cuando tuvo más años se fugó de allí.
Sería, quizá, porque los frailes capuchinos eran buenos.
En la calle no sabía caminar, pues nadie le enseñó.
No tenía qué comer, y en niño de la calle se convirtió.
Robó por hambre, por sus carencias económicas.
A la correccional de menores fue a parar.
Como a todo el mundo, le hacía falta por lo menos su mamá.
Se fugó de la correccional y pie a la calle.
Como tenía sed, sueño y hambre, nuevamente comenzó a
robar
y cuando tuvo mayoría de edad al Reclusorio fue a dar.
En la cárcel, de las celdas de castigo no salía.
Se codeaba con delincuentes peligrosos,
ladrones, secuestradores y asesinos.
Esa era su escuela de la vida, como de la mayoría que ingresaba.
Sólo una vez salió libre, y fue al Zócalo.
Ese era el lugar que conocía; pero, nuevamente,
cometió sus fechorías y al penal fue a parar.
Un día como tantos, la Directora del penal, compadecida,
quiso ayudarlo, y le dio la siguiente instrucción:
—Ser ojos y oídos de la dirección del penal.
Y siempre estaba en la puerta vigilando.
Cuando pasó a verlo un custodio, tuvo un pleito muy marcado.
No sé por qué, y con coraje, le pegó fuerte en un ojo,
provocando que casi lo perdiera y medio muerto lo dejó.
Al psicótico muchacho, nada ya lo conmovía.
Me pregunto por qué hay gente como él.
La pobreza, ignorancia, falta de instituciones correctivas;
gobiernos encorbatados que no se corresponsabilizan
convirtieron a este niño, en piltrafa hecho hombre.
Cuando terminó de contarme la historia de su vida
me eché a llorar como una magdalena enternecida.
Perdóname Querubíncito, convertido en muchacho maltratado,
porque en el cielo no caben angelitos de tu talla.
PALESTINA
Palestina, te llegaron las ojivas y sus drones.
Fue para tu pueblo un terrible exterminio.
Mataron muchos niños, ancianos y mujeres.
Y a valientes milicianos combatientes,
Pero allí estas siempre en lucha
por la dignidad y el honor;
valerosa, resistiendo y victoriosa.
¡Que la ONU, la OEA y el diablo se lo crea!
Estados Unidos y otros tantos países, incluidos.
Un absurdo y prepotencia imperialista.
CARMEN AMELIA, LA DADIVOSA
Carmen Amelia la dadivosa,
la más hermosa del arrabal;
siempre serena, diáfana y firme
como gran diosa del pedernal.
La madre buena, tierna y morena,
que agrupa a todos los de su raza
como costumbre de sus ancestros,
que se sostiene como gran huella.
Ésta, mi madre muy generosa, que triste un día
nos dejó a todos mudos y sordos por su partida,
siempre pendiente por protegernos hasta el final.
Me haces falta, a mí y a mis hermanos
nos dejas desconsolados.
Todos tus hijos lloramos por tu partida
que enluta nuestra alma sin un consuelo.
Yo, de mi parte, te dejo ir que allá arriba
te está esperando el creador
por ser tan buena, te lo ganaste ¡qué afortunada!
NIÑO DE LA CALLE
Te echaron a la calle
por la violencia en tu casa.
La pobreza de tu gente;
el abuso sexual que sufriste.
Niño de la calle,
carita de cementerio;
manitas sucias
que, para comer, hurtas y corres.
No tienes idea del valor de las cosas.
Lo que te regalan te lo pones hoy.
En la noche lo haces cobija,
mañana ya no lo tienes.
Ojitos grises y huraños.
Hiciste tuyas las calles,
las banquetas. Bajo los puentes
las coladeras son tu hogar.
Pides dinero para inhalar solvente;
para mitigar el hambre;
para mitigar tu sed de cariño y protección.
Eres solidario con los tuyos.
El frío que sientes por las noches
hace que te juntes en bola.
Recorres las calles buscando refugio.
Desde temprano despertaste tu sexualidad.
Eres de las calles y muchos no saben que existes.
Te confundes con los hombres y mujeres normales.
Caminas por las calles.
La sociedad ya no te mira.
Este mundo inhumano
no sabe de ¡tú tristeza!.