Por Luis Mac Gregor Arroyo

Crédito de la foto Sima-Ghffar en Pexels-Pixabay

El Caballo: En un mundo donde el cemento empieza a perder interés, y la gente se vuelca a ver la naturaleza como medio para volver a sus raíces y complementar de mejor forma su identidad. Aparece este animal reclamando su lugar propio. Se trata de un mamífero pariente de las cebras y los rinocerontes. Creado según se dice por el mismo Poseidón con motivo de una de sus aventuras amorosas. Un joven iluso lo vio a la distancia un día y pensó. Si algo me pasa y pierdo toda esperanza de orientación y buena voluntad él me guiará y me sacará del apuro. Hasta el mismo Dios se apiadó del hombre y le hizo realidad su deseo. El momento de la verdad llegó al varón pero cuando a su alrededor no había ningún caballo. El sólo atinó a ver perros, gatos y hasta una rata. Parecía que su plan no funcionaría. Sin embargo, siempre ayuda la providencia y el joven miró con trabajo hacia adelante y siguió. Se dio cuenta de que la pereza lo dominaba y esa había sido la causa de sus males. Con pesar se levantó de la cama y se puso a trabajar. La ha pagado caro. Casi un vida entera desperdiciada y tiempos libres valiosos tirados en la cama. El comensal vio pasar un brioso corcel entre la multitud. La cual se hacía a los lados para dejarlo pasar. Al verlo el animal se detuvo y el prieto no pudo evitar pensar una pregunta: “me traerán una langosta si se las pido”, el caballo meneó la cabeza afirmativamente y siguió su camino. Al comensal no le quedó la duda: “Arma desperdiciada pero efectiva si se hubiera utilizado con sabiduría”. La vida da lecciones. Alguien las puso en dos tablas mucho más tiempo atrás que dos mil años.