Amor: Por todas las montañas que había subido y bajado; por todos los mares y sus portentosas olas cubriendo su cuerpo y no tumbándolo; por cada día en vela trabajando con la intención de producir y tener capacidad de participar y compartir… El comensal se paró y la vio por ahí. Esa mujer que pasaba no era una conocida ni su esposa. Era su mejor amiga, su comparsa, su media naranja. Recordó como muchas veces se la había imaginado rezongona y mandona pero muy hermosa. Alguna vez tuvo oportunidad de tratar a alguien así o a varias. Pero no había logrado nada. Sólo un amargo suspiro y tardes sin sabor. Su pareja estaba pasando enfrente de sus narices y no se atrevía a quedarse sentado viéndola caminar. Amor no era cualquier cosa. Sino la vibración buena de ella con la de él. Él destino los había unido ¡Era increíble! Posiblemente no hubiera paraíso. Pero éste, con una buena mujer, era una realidad en la Tierra. A él pudieron verlo por primera vez quienes estaban cerca. Era como si un velo se retirara. Su piel era ligeramente morena y ese varón se apreció como alguien de muy buen ver. Su cuerpo se tornó inusualmente brillante al ver a aquella mujer. No cabe duda: ¿El amor transforma o el comensal disimula quién es en verdad? Posiblemente sólo él logra despertar con el amor real.
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