Por Luis Mac Gregor Arroyo

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El Tío: Retirado y ahora probablemente en un lugar de azul celeste. Este hombre le dio a su aprendiz de sobrino la receta para la vida: Una chamarra de invierno y una piedra de río para quitar el estrés. Cero dólares, varios discursos parcos y… suerte: ‘Que la fuerza te acompañe’, por que ni las bolas espaciales de Miel Broke te podrán salvar. Así fueron como tres veces. El silencio grande alrededor. Soledad sin nombre y nada que hacer. Esa fue su educación y su verdadera herencia. También decir que uno usara protección al ir con un chica y que fuera buen niño. Tal vez quería decir que uno amara pese a no salirle muy bien el número a él. Los tíos adoptivos muchas veces no son lo que uno esperaría. Al menos un joven, quien no conoce mucho el mundo, con él vio la visión gringa de los estadounidenses; no la latina. Muy corteses y amables, con mucha educación y buena voluntad. No tiene uno de que quejarse de ellos. Todos fueron muy educados. Hasta los que se fueron antes. El comensal tiene los ojos llenos de humedad. Siente que el tiempo se le acaba. Ese joven a quien adoptó ahora pensaría: “¡Qué diría el viejo potato si estuviera aquí! ¡Un buen consejo cuando acontecen ataques brutales! El amor no es una batalla: es un simple centro de tortura y abuso. Una bandera para expresarse mientras se le aplana a uno. Es decir todo menos amor”. El comensal en su mesa aprieta la cuchara sin usar con su mano derecha para destensarse y considera: “Un buen consejo diría ese peloncito chaparro: ‘cásate y si se da una amistad digna conoce’”. Los gringos siempre revolucionarios, los mexicanos conservadores, ¿quién tendrá la razón? ¿el punto medio?