Editorial
Las redes sociales, al principio tan inocentes e infantiles, nos dieron en su tiempo, la sensación de la omnipresencia, de poder conectar con nuestros familiares y amigos en tiempo real, casi como si pudiéramos tenerlos al alcance de la mano a cualquier hora.
Posteriormente nuestra ambición nos llevó a desear algo más, y el ansia de la omnipresencia borró las fronteras y nos hizo llegar a todo el planeta. Teníamos amigos en cualquier parte del mundo, y después de eso, buscamos de tener pocos a contar con muchos, con todos los que se pudiera, entendiéramos o no lo que nos escribieran.
Mientras todo eso ocurría en la cabeza de las mayorías, un gran negocio se gestaba; una criatura malvada en el interior de los corporativos buscaba nacer, escondida en un lugar húmedo y oscuro; y que, como la burocracia científica de la Suprema Corte afirma de los mexicanos; si se gesta, no es humana, solo una cosa. Demasiado tarde nos dimos cuenta, solo hasta que salió el escándalo (uno tras otro), que nuestro gran poder siempre fue una gran debilidad, y peor aún, que nosotros fuimos completamente responsables.
Las redes (sociales) que nos apresaron, no fueron nuestros amigos, sino corporativos que drenaron nuestra vida (íntima y cotidiana). Nos convirtieron en un producto a través de una jugosa mentira y aun al día de hoy, literalmente nos siguen viendo la cara. Ellos conocen nuestros gustos y nuestras filias o fobias; y es por ellas que nos castigan con la cancelación, o nos premian colocándonos como tendencia. Para estos corporativos: vivimos o no, por sus manos; y somos públicos o no, por su decisión.
Esto lo volvimos a padecer en los primeros días de octubre de 2021; justo cuando Facebook cayó y calló, durante seis horas, dejando en el desamparo a los usuarios de los productos de Mark Zuckerberg, los cuales además de Facebook, son WhatsApp e Instagram. Esto provocó no solo dolor en los usuarios sino un leve dolor en el bolsillo de Zuckerberg pues ese mismo día, las acciones de su principal red social cayeron 4.89% quedando en 326.23 dólares por acción, lo que provocó que por lo pronto ya no sea tan rico como el día anterior.
Al final, millones de dólares se mueven en el mundo virtual de las redes sociales y debemos tener presente que incluso WhatsApp no es tan gratuito como parece, es importante que nos demos cuenta de que nosotros somos el producto, nuestros datos la materia prima y los corporativos son los únicos que ganan dinero de nuestra ilusión de tener el poder de estar en todas partes.
Índice
- Redes Sociales ¿Quién tiene el mundo en sus manos?
- Luis Navarro García
- Conversando con Antonio Tenorio Adame – VIDEO
- Entrevista de Federico Campbell

- De encuestas y atolazos
- Lic. Iván C López
- Litio y Redes Sociales, Luna de octubre del profeta Daniel
- Por. Atilio Alberto Peralta Merino

- EL EGÓDROMO PARTE CII
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE XCVI
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE XCVII
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE XLXXXI
- Por Luis Mac Gregor Arroyo

- ARTEMIO
- Por Leticia López Pérez
- Vasco de Quiroga
- Por Jerónimo Andreu Fernando Santiago Muñoz
- Ni perdón ni olvido
- Cecilia Espinosa

- EL EGÓDROMO PARTE LXXXV
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE LXXII
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- El EGÓDROMO PARTE LXXVI
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE LXXV
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- Silvano Aureoles Se va
- Hugo Rangel Vargas
- EL EGÓDROMO PARTE LXXIII
- Por Luis Mac Gregor Arroyo
- EL EGÓDROMO PARTE CI
- Por Luis Mac Gregor Arroyo

- Lava del volcán Cumbre Vieja se extiende
- Luis Navarro García

- Novela Santuario: la verdad de las mentiras
- Por: Atilio Alberto Peralta Merino
- El nuevo comienzo que nunca empezó
- Tinta y rebeldía Por: Ar Mendoza

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Un comentario en “Revista Unidad Parlamentaria # 96 – Redes Sociales ¿Quién tiene el mundo en sus manos?”